El jaguareté, especie en peligro de extinción

Cuidemos nuestra naturaleza

En nuestro país se lo considera en peligro crítico, ya que enfrenta un riesgo extremadamente alto de extinción en estado silvestre en un futuro inmediato. Se estima que su población actual es de alrededor de 250 individuos adultos. Las principales causas de esta situación son:

  • Caza furtiva: a pesar de la prohibición, es la principal amenaza que enfrenta el yaguareté en la Argentina actualmente.
  • Destrucción y degradación de ambientes: ya sea para extender la frontera agropecuaria o la deforestación realizada con otros fines, va reduciendo la superficie de los bosques y selvas que habita. Por ser un carnívoro de gran tamaño, requiere de grandes extensiones de hábitat en buen estado para sobrevivir, o bien territorios menores pero conectados entre sí a través de corredores.
  • Escasez de presas naturales: el hombre caza los mismos animales que el yaguareté, afectando directamente sus posibilidades de alimentarse y obligándolo a buscar presas alternativas como el ganado doméstico.

A partir de 2001 el yaguareté es declarado Monumento Natural Nacional por Ley Nº 25.463, máxima categoría de protección para una especie.

El Yaguareté-Avá (idioma guaraní: jaguarete, que hace referencia a este felino del mismo nombre; y ava, que significa “hombre”) o Capiango, también llamado Hombre-JaguarHombre-Tigre u Hombre-Leopardo, es un ser mitológico de la cultura guaraní. Es una leyenda común del nordeste argentino y el Gran Chaco, que hace referencia a un brujo que se convierte en un yaguareté. Su raíz se halla en la adoración que estos pueblos tenían por estos animales.

El yaguareté-avá tiene una pequeña relación con el Luisón, ya que en ambos casos se toma la metamorfosis de humano a bestia, o en otro relato, de humano a bestia humana.

La leyenda cuenta que se trata de brujos que mediante el uso de un cuero de jaguar y sahúma con plumas de gallina serían capaces de desprenderse de sus pieles y transformarse en una criatura mitad jaguar y mitad humano.1​ En un matorral se empiezan a revolcar de izquierda a derecha sobre el cuero, rezando un credo al revés mientras cambian de aspecto. Salen entonces de caza, y ya devorada la presa, retornan a su forma primitiva, realizando la- misma operación, pero ahora en sentido inverso (es decir, de derecha a izquierda).

Supuestamente las extremidades corresponden a un ser humano mientras que la espalda es ancha y sin pelo. Se lo describe normalmente como un yaguareté de rasgos comunes con una dimensión mayor y un carácter asesino. También se le da la característica de carencia de pelo en la frente y una cola muy corta o incluso sin cola. Se alimenta de carne humana, de mula o de vaca. Era muy temido ya que supuestamente saqueaba los ranchos, por lo que se consideraba un animal nefasto, secuestraba y obligaba a las mujeres jóvenes a limpiarlo. Si uno es capaz de quitarle el cuero y escupirle tres veces en la cara el brujo queda ciego y vulnerable a un ataque. Al morir toma de inmediato forma humana2​ (similar o parecido al Nahual de la mitología y el folclore de Mesoamérica). Para matarlo se necesitan balas o un machete que hayan sido bendecidas, tras matarlo debe de decapitarse.3

Dado que el yaguareté es un gran cazador solitario, exclusivamente carnívoro, captura y consume pequeños roedores, pecaríes, corzuelas, carpinchos, pacas, coatíes y yacarés. Además es el único que puede enfrentar con éxito al poderoso tapir.

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